En la historia, Santa Catalina de Alejandría que murió a la edad de 18 años se describe como una niña hermosa, hija de un rey y educada desde que era pequeña hasta las artes liberales.  
En el 305 un emperador romano celebró grandes celebraciones en su honor en Alejandría, Catalina se presentó en el palacio en medio de las festividades, durante las cuales se celebraron ritos paganos con sacrificios de animales.  Catalina rechazó los sacrificios y le pidió al emperador que reconocería a Jesucristo como el redentor de la humanidad, argumentando su invitación con profundidad filosófica.  
El emperador se sorprendió tanto de la belleza como de la cultura de la joven noble y convocó a un grupo de retores para convencerla de que honrara a los dioses paganos y le pidió la mano. Los retores no solo no la convirtieron, sino que ellos mismos, a través de la elocuencia de Catalina se convirtieron al cristianismo. 
El emperador ordenó la pena de muerte de los retores y, después el enésimo rechazo de Catalina, la condenó a muerte con el suplicio de la rueda dentada.  
Sin embargo, el instrumento de tortura se rompió y el emperador se vio obligado a decapitar a Catalina y en lugar de sangre brotó leche, símbolo de su pureza. 
La delicadeza de esta antigua estatua es verdaderamente admirable, la finura de las facciones de Santa Catalina y la precisión de los detalles florales en sus ropas nos hacen comprender la alta habilidad artística de quienes la hicieron. 
La obra que data el siglo XVI está en un excelente estado de conservación y con una resistencia excepcional a la pigmentación original.